viernes, 31 de octubre de 2008

Los fantasmas de la Barros Luco


Ya que estamos en vísperas de Halloween y para no ser menos en esta fecha tan comercial pero que esconde su fondo de cultura pre-cristiana celta, aquí va mi aporte sobre historias de fantasmas. Para Evelyn Muñoz Núñez, Jéssica Reyes Ruz, Iris Antivilo y Paola Acosta, quienes, de seguro, se saben otras historias allí acaecidas.




En toda construcción que date de fines del siglo XIX, es decir, que tenga toda la facha de un edificio antiguo, respetable y señorial, no deben faltar los fantasmas. Etéreos personajes que deambulen por largos corredores, susurren tras las puertas o asomen sus espectrales rostros en las fotografías. La ciudad de Valparaíso es rica en historias de esta naturaleza, por lo que los fantasmas, parafraseando a Oscar Wilde, no son patrimonio de la nobleza británica.

Donde han ocurrido algunos de estos fenómenos paranormales, es una escuela, que debe su señorial porte al arquitecto Alfredo Azancot. Es una edificación de tres pisos, con amplias aulas de clase, techos altísimos, con terraza y sótanos. Un teatro de dos pisos donde se llevaban a cabo las representaciones artísticas de las estudiantes y un gimnasio techado. Sobresalen sus líneas clásicas y neorrenacentistas, con armónicas fachadas, organizadas con zócalo, cornisamiento y remate superior con entablamiento.

Pero lo que aparentemente es un bello edificio de valor histórico y arquitectónico que alberga año a año a más de 700 niñas, pues se trata de la Escuela Superior de Niñas, esconde innumerables historias. Historias que hasta ahora sólo han corrido de boca en boca, que forman parte del patrimonio, de los recuerdos de las estudiantes y sí, también de las y los profesores que allí dieron clases.

Esta escuela contaba y cuenta con un equipo de profesores con gran vocación, algunos de ellos, premiados por las máximas autoridades del país, por su dedicación y mística. Pero esta escuela también se vanagloria de tener en su staff no uno sino varios fantasmas que fueron adicionándose a lo largo de los años y que se disputaban distintas áreas del recinto.

Hay algunas monjitas que penan desde el siglo XVIII, época de la que dataría un monasterio o convento que antes se edificó allí y que terminó de derrumbarse el año 1906 tras un espantoso terremoto. Otros fantasmas, en cambio, son más recientes, como el de una de sus directoras, la srta. Pilar Martínez, que era hija de españoles, con su enorme nariz, muy pálida, el pelo canoso recogido en un moño y unos inquisitivos pero amistosos ojos verdes. Ella me dio clases de castellano y su espíritu debe ser uno de los más recientes en esa extensa cofradía de fantasmas que habitan el viejo edificio.

Diversos espíritus corresponden a antiguas alumnas de la escuela, algunas murieron trágicamente en la escuela. Otra, tras una peste de viruela o fiebre muy alta, no se sabe realmente, y que no alcanzó a llegar a tiempo al hospital. Como era tan pequeña, 9 o 10 años, se dice que vuelve al lugar donde más feliz se sentía, su escuela y allí intenta jugar con las niñas de su edad y también toca el destartalado piano que está en el Teatro.

No faltan las fantasmas que gustan de salir en fotografías y en más de una oportunidad, entre los rostros sonrientes de la fotografía de rigor, esa que captura una vez al año a la maestra y sus alumnas, aparece una alumna completamente diferente, rostro y uniforme.

Todos especulaban y el fotógrafo jura que él no había sido y aunque sí, las fotos se podían trucar, él no dispone de tiempo como para entretenerse colocando fantasmas de niñas entre las alumnas que no se quedaban quietas nunca. Toda vez que debe fotografiarlas de a una y luego por grupos y en una escuela de alrededor de 700 niñas revoltosas es un trabajo arduo. Encima de eso, ponerse a jugar, a experimentar con artilugios tecnológicos que en nada le aprovecharía. No, no, definitivamente esas eran cosas de fantasmas, explican los fotógrafos creyéranlo o no.

Y creánlo o no, Valparaíso tiene esos y muchos más fantasmas que, imagino, alguien más ocioso que yo, habrá catalogado.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

ME encanto tu relato yo estudie ahi desde 1 a 8vo basico.. tengo hermosos recuerdos y eso de los fantasmas es verdad!!!


saludos..

Mauricio dijo...

un amigo filmo uno de los fantasmas del colegio , tnc. se ve una silueta caminando como q baja unas escaleras que no estan, esto fue en uno de los salones

Mirando Valparaíso desde el Cerro Cordillera, 2002

Mirando Valparaíso desde el Cerro Cordillera, 2002
Mi casa era el viento ululando por Valparaíso,/las luces de Quintero/los perros vagos deambulando por las calles.

En las alturas titeremundanas

En las alturas titeremundanas

John Márquez tras la cámara y Rodrigo Acosta en la dirección del programa infantil Títere Mundachi.

John Márquez tras la cámara y Rodrigo Acosta en la dirección del programa infantil Títere Mundachi.

En el bosque titeremundano...

En el bosque titeremundano...

Aunque algunos parezcan mutantes... Noo! Es Títere Mundachi

Aunque algunos parezcan mutantes... Noo! Es Títere Mundachi
Grabando en Mérida el programa infantil que dirige Rodrigo Acosta. Un montón de locos creativos con él a la cabeza han dado cuerpo a esta serie televisiva.

En pleno rodaje y con mucho frío.

Un felino porteño

Un felino porteño
Personaje característico de las calles de Valparaíso, visto por Marcela Latoja.

La ciudad que se deshace lentamente.

La ciudad que se deshace lentamente.
Siempre Valparaíso, por Marcela.

Subiendo hacia el Cerro Concepción.

Subiendo hacia el Cerro Concepción.
Los colores de la ciudad. By Alex Aguero.

Siempre presente... Allende.

Siempre presente... Allende.
Bajando por Almirante Montt, hacia Plaza Aníbal Pinto. Otra foto de Alex Aguero.

En pleno Almendral, mi escuela.

En pleno Almendral, mi escuela.
Escuela Ramón Barros Luco, Valparaíso. Es una construcción que data de 1926 y debe su diseño al arquitecto Alfredo Azancot. Conjuga diversos estilos y aunque ha sido modificada en su interior, aún conserva su misterio, como sus fantasmas, por ejemplo. Quienes estudiamos allí tenemos más de una historia al respecto.