viernes, 17 de octubre de 2008

Verdadera integración económica y control de los recursos naturales como base para deslastrarse del modelo capitalista

Integración económica y control de los recursos naturales por parte de los respectivos Estados en las naciones de América Latina son la base para la desvinculación paulatina del modelo capitalista y revertir sus funestos efectos sobre las sociedades de nuestro continente.

Estos efectos se están percibiendo con mayor intensidad en la actualidad, quedando en evidencia con la crisis financiera global que se inicia en EE.UU y Europa pero que, merced a la vinculación a escala planetaria de las economías, abarca y afecta a todo el planeta.

Sin embargo, las naciones latinoamericanas recurren por una parte al discurso que hace mención a la autonomía e independencia en sus políticas económicas, pero, por otra parte, no han cesado de firmar acuerdos bilaterales sobre inversiones, aceptan o continúan negociando tratados de libre comercio. Además, recurren al CIADI (Centro Internacional de Resolución de Diferendos en materia de Inversiones) para resolver sus diferendos con las multinacionales, cuando éste es un brazo del Banco Mundial. Con lo cual sigue otorgándose credibilidad y legalidad a un organismo que, en la práctica demuestra ser juez y parte y que tiene evidentes intereses económicos.

Más aún, muchos gobiernos latinoamericanos utilizan las reservas de cambio de sus países para comprar bonos del Tesoro de Estados Unidos, es decir, le han estado prestando capital a la principal potencia capitalista del planeta. Los pobres financiando a los ricos. Los países del sur, recurriendo a sus reservas para tapar el agujero de la economía norteamericana, la más endeudada que se haya visto. Ese gigantesco “Living Las Vegas” que ha tenido su auge y caída bajo la administración del más que incompetente Bush. Cosas veredes, Sancho.


Es más, se sigue, como buenos y obedientes chicos, pagando de forma religiosa y anticipada al FMI, al Banco Mundial y al Club de París. ¿Dónde queda, entonces, el carácter no digamos, revolucionario sino apenas, independiente que se pregona? ¿Acaso esos organismos no han demostrado ser intrínsecamente inmorales y perversos gracias a la lógica que los mueve?

En el fondo, el cordón umbilical con los centros de poder no termina por romperse, no sólo que no es fácil, sino que tampoco existe voluntad política y es que, quienes nos dirigen, siguen creyendo en la “infalibilidad” del modelo capitalista, aun cuando éste, se encuentre haciendo aguas por todas partes y el barco se hunda ante nuestra propia vista.

El cambio de mentalidad es necesario, y eso conlleva el convencimiento de lo inmoral de un sistema que ha empobrecido a la mayoría del planeta y donde el lucro y la ganancia desmedida tienen más valor que la vida de millones de seres humanos, Mientras los políticos, quienes nos dirigen, pero también quienes los elegimos, sigan teniendo un “corazón capitalista”, nada cambiará. Después de todo, ellos, los políticos, han alcanzado una serie de privilegios en los cargos que ostentan. El esfuerzo y los sacrificios son para los otros, no para ellos, con lo cual, continuamos reproduciendo el mismo modelo que decimos, queremos destruir.

Pero son sin duda los pueblos organizados y conscientes quienes motorizan los cambios, las transformaciones de las sociedades y son, en última instancia, los llamados a exigir las verdaderas transformaciones revolucionarias.

Esta es una oportunidad histórica, cuando el modelo capitalista está haciéndose trizas. Es el momento de asumir y llevar adelante las transformaciones que las naciones del sur necesitan. Cierro estas reflexiones con lo que escribí al inicio, se necesita, en primer lugar, voluntad política para favorecer y llevar adelante la ansiada y necesaria integración económica y que, a su vez, los respectivos Estados ejerzan verdadero control sobre los recursos naturales. Ello, como base para la desvinculación paulatina del – ahora visiblemente fracasado- modelo capitalista y así poder revertir los nefastos efectos que han caído como una maldición sobre las sociedades, sobre los pueblos de nuestro continente y del orbe.


Nuestros pueblos exigen hechos, no palabras.

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Mirando Valparaíso desde el Cerro Cordillera, 2002

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Mi casa era el viento ululando por Valparaíso,/las luces de Quintero/los perros vagos deambulando por las calles.

En las alturas titeremundanas

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John Márquez tras la cámara y Rodrigo Acosta en la dirección del programa infantil Títere Mundachi.

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En el bosque titeremundano...

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Aunque algunos parezcan mutantes... Noo! Es Títere Mundachi

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Grabando en Mérida el programa infantil que dirige Rodrigo Acosta. Un montón de locos creativos con él a la cabeza han dado cuerpo a esta serie televisiva.

En pleno rodaje y con mucho frío.

Un felino porteño

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Personaje característico de las calles de Valparaíso, visto por Marcela Latoja.

La ciudad que se deshace lentamente.

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Siempre Valparaíso, por Marcela.

Subiendo hacia el Cerro Concepción.

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Los colores de la ciudad. By Alex Aguero.

Siempre presente... Allende.

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Bajando por Almirante Montt, hacia Plaza Aníbal Pinto. Otra foto de Alex Aguero.

En pleno Almendral, mi escuela.

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Escuela Ramón Barros Luco, Valparaíso. Es una construcción que data de 1926 y debe su diseño al arquitecto Alfredo Azancot. Conjuga diversos estilos y aunque ha sido modificada en su interior, aún conserva su misterio, como sus fantasmas, por ejemplo. Quienes estudiamos allí tenemos más de una historia al respecto.