En
particular recuerdo una, aún no
concluida y cuya cabeza estaba al interior de un bolso de viaje. La
misma muñeca de madera llevaba en sus manos su propia cabeza en una bolsa de
raso bordada y caminaba con sus hilos tan tranquila por la casa mientras los
habitantes del Castillo la miraban estupefactos, por no decir horrorizados. E
inventaban distintas historias acerca de esa bella muñeca con vestido de satín
frambuesa y tules y manos de dedos largos de pianista. Era la bella pianista y
el cuento que narraba, no apto para menores.
Marioneta confeccionada por Marcela Latoja.
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